La historia del flamenco está en buenas manos. Sincero, sencillo, nostálgico, humilde y cercano.

Ejerce una crítica perspicaz, reflexiva, siempre razonada. Su labor investigadora es impagable.

Tenaz, bien sembrado, cabal, honrado, niño, insobornable, sencillo, noble, bueno, libertario. Y un hombre.

Me identifico con tus críticas, salvo cuando escribes sobre mí.

No te entiendo a veces, Manolito, pero dices lo que sientes y en eso nos parecemos mucho.

Grande de cuerpo. Corazón de niño. Maestro de la crítica flamenca con su estilo original y directo. Escritor a pie de vida vivida con palabras del pueblo y para el pueblo.

Si el amor al arte es dedicar el tiempo que no tienes a desentrañar la historia de la cultura jonda sin obtener nada a cambio, lo que Bohórquez siente por el arte flamenco es auténtica pasión.

Un tipo largo y desgarbado con cara de niño ingenuo al que el corazón le late por bulerías. Su longevidad en la información y la crítica flamenca, su insobornable pluma y su compromiso con decir solo su verdad le convierten en el más importante patrimonio humano de El Correo de Andalucía.

Está marcando un camino muy interesante en la nueva generación de investigadores del flamenco, recuperando valiosos datos biográficos de cantaores que estaban olvidados y trabajando con entusiasmo en libros muy serios y documentados.

Lo mismo descubre los mapas del tesoro perdido de los cantes que esclarece el asesinato de un cantaor flamenco.

De los poquísimos que se echan a la carretera hasta las tantas de la madrugada para no faltar a las citas más señeras. Por encima de todo valoro su línea de conducta tan recta, pues Manolo no se casa con nadie.

Solo obedece a su opinión y es un crítico completamente sincero. Uno ve lo que era el flamenco de las distintas épocas solo leyendo lo que Manolo ha estudiado y escrito.

Manolo es gloria bendita. Todo lo que tiene de grande lo tiene de buena persona. Los años que lleva como crítico son un grado y merece toda mi credibilidad. Escribe de flamenco porque lo ama. Vive por y para el flamenco.

Bohórquez es el único crítico que combina crítica e investigación sabiendo el terreno que pisa.

Un joven con tus años y tu amor al cante es un tesoro de estos tiempos para quienes nos dedicamos a este arte.

Figuras como él son necesarias en el flamenco, donde a veces la crítica se vuelve demasiado frívola. Es una persona de fuertes convicciones y sabe exponerlas honestamente.

Nunca un crítico me había hecho pensar tanto sobre una de mis obras y ver cosas en ella que no había visto.

Manuel Bohórquez tiene toda la historia del flamenco en la cabeza, hasta lo que no ha vivido sobre el terreno.

Eres el único crítico de Sevilla que tiene dos dedos de vergüenza.

¿Tú eres el que escribe en El Correo y habla de flamenco en la radio? Creía que eras más viejo.

Es, por encima de todo, palabra escrita, en la necesidad de reconstruir la vida.

Lástima que su vergüenza torera, que no le frena el piquito en los atriles, nos haya privado de un gran cantaor. Porque Bohórquez canta por seguiriyas y abre el balcón de sus penas, que son muchas, aunque antiguas.

Investigador incansable y riguroso, con una pluma cargada de talento, sensibilidad y una buena dosis de ironía.

Austero y solitario de nacimiento, sencillo en sus gustos y artista enorme enamorado del arte y de la vida.

Con cada crónica suya tiende un puente flamenco que transita del estremecerse al sentir. Imposible no dejarme llevar por el misterio. Raíces y alas, generosidad… Manolo Bohórquez.